SUIZA: CARACTERÍSTICAS SOCIOEDUCATIVAS Y CULTURALES
Datos Generales
Geografía
La Confederación Helvética cuenta con una superficie de 41.284,6 km2.Limita al norte con Alemania, al este con Austria y Liechtenstein, al sur y sureste con Italia XE "Italia" , y al suroeste, oeste y noroeste con Francia. Existen dos grandes conjuntos montañosos: al sur y al sureste, los Alpes, y al noroeste, el Jura. Entre ambos se extiende una depresión, el Mittelland, cuya anchura oscila entre los 20 y 70 km. Las montañas sui¬zas constituyen un importante nudo hidrográfico que da origen a numerosas corrientes fluviales. Tiene más de 1.000 lagos naturales, de los cuales la mayoría están en la zona alpina. Como reserva de agua en Europa, Suiza dispone de un gran potencial de energía hidroeléctrica: su capacidad media de producción alcanza los 32.000 millones de kw/h. En el territorio nacional existe un total aproximado de 140 glaciares, con una su¬perficie de 1.556 km2. La capital de Suiza es Berna (122.178 habitantes). Destacan por el número de habitantes Zúrich (347.517), Basilea (185.601), Ginebra (178.722) y Lausana (117.388).
Es un Estado del centro de Europa. Limita con Alemania al N, con Austria y Liechtenstein al E, con Italia XE "Italia" al S, y con Francia al O. La capital es Berna. La Confederación Suiza es un pequeño país situado entre el Jura y la cadena de los Alpes, cuyas condiciones naturales son poco favorables, ya que el 70 % del territorio está ocupado por montañas. La cordillera del Jura atraviesa de SE a NO toda la Suiza occidental, señalando en el O la frontera con Francia; está constituida por una serie de murallas paralelas en forma de media luna, que van elevándose desde el valle del Saona hasta la llanura suiza. Sus cimas más altas son el Mont Tendre (1 679 m) y el Chasseral (1 607 m). Entre el Jura y los Alpes se extiende la llanura suiza o Mitteland (tierras medias), surcada de colinas con una altura media que oscila entre los 250 y los 600 m, y limitada al SO por el lago Ginebra (o Leman) y al NE por el lago Constanza (o Bodensee). Los Alpes, que ocupan la mitad del territorio suizo, se encuentran repartidos en dos alineaciones simétricas, separadas por un profundo surco excavado en el Cuaternario por los glaciares que formaron los valles opuestos del Ródano y el Rin. La parte más elevada se encuentra en la cadena meridional, junto a la frontera con Italia XE "Italia" , en los Alpes del Valais que forman la cadena más grande y compacta de Europa, con aproximadamente 140 glaciares y más de veinte cimas de una altura superior a los 4 000 m. En el monte Rosa, un colosal macizo dominado por nueve cimas imponentes, se alza la montaña más alta de Suiza y la segunda de Europa: el Dufourspitze, de 4 634 m. Al N del monte Cervino (o Matterhorn), de 4 478 m, cuatro cordilleras secundarias se dirigen hacia el Ródano y sirven de enclave a los altos picos de Weisshorn, de 4 512 m, y Dent Blanche, de 4 347 m. La cadena septentrional está formada por los Alpes Berneses, entre el Ródano y el Aar; los Alpes de Friburgo; los Alpes de Emmenthal; los Alpes de Uri; los Alpes de Glaris y los de Sankt Gallen, entre los lagos de Zurich y el Rin. Destacan en ellos por su altura superior a los 4 000 m el monte Jungfrau, el Finsteraarhorn y el Aletschhorn. En el clima de Suiza pueden distinguirse distintas zonas, de acuerdo con la altitud y la orientación respecto de las grandes cadenas montañosas. En el NO, bajo la influencia de los vientos atlánticos, húmedos y templados, se distingue una zona de clima atlántico. En el Mitteland los inviernos son fríos y los veranos templados, con promedios estivales de 20ºC y temperaturas medias invernales de 1ºC. En la zona meridional predomina el ambiente mediterráneo, gracias a la influencia del viento Foehn, que proviene del S y desciende por los valles alpinos provocando un descenso de las temperaturas. También en las orillas de los lagos Lugano y Mayor el clima es más templado, dando lugar a una vegetación de tipo mediterránea. Las precipitaciones son abundantes en todo el territorio, a excepción de algunos valles encerrados por las altas montañas, como el alto valle del Ródano. En las cumbres, por encima de los 3 000 m, las precipitaciones caen en forma de nieve. La vegetación varía según la altitud: en las pendientes bajas predomina el bosque atlántico; más arriba reinan las coníferas, sobre todo el abeto; y ya en las alturas superiores, las zonas de prados y la vegetación alpina. Por sus ríos Suiza es una de las principales fuentes de agua de Europa. El San Gotardo, macizo central de los Alpes, es el centro de irradiación de los cauces fluviales: cuatro grandes ríos nacen en sus vertientes y se dirigen hacia los cuatro puntos cardinales: el Rin al E, el Ródano al O, el Reuss al N y el Ticino al S. La cuenca del Rin recibe como afluente principal al Aar, así como las aguas de los Alpes, del Jura y de casi todos los lagos suizos, salvo el de Ginebra y los de la vertiente italiana de los Alpes. Este gran río se precipita en forma de torrente en su nacimiento, va perdiendo poco a poco su turbulencia y llega a ser navegable en la frontera con Liechtenstein y Austria; entra luego en una llanura aluvial, alcanza el lago de Constanza en el NE, y toma más tarde la dirección O, entre Suiza y Alemania hasta Basilea, donde abandona territorio suizo camino del mar del Norte. El Ródano se desliza hacia el O a través de un profundo valle y cruza el lago de Ginebra para penetrar en Francia antes de desembocar en el Mediterráneo. El Ticino baja rápidamente hacia el S, donde forma el lago Mayor y desde allí sus aguas avanzan buscando el mar Adriático. Los lagos helvéticos, famosos por su entorno, constituyen el prototipo de cuencas lacustres de origen glaciar. Entre los lagos de llanuras, que reciben ríos de colinas y montañas desprovistas de nieves eternas, destaca por su extensión el Neuchatel de 216 km2, en la cuenca del Rin. Los lagos alpinos, formados por el embalsamiento del agua de los antiguos glaciares cuaternarios, presentan importantes extensiones, como el lago Constanza, entre Alemania, Suiza y Austria, de 537 km2; el lago de Ginebra, en el extremo SO del país formando frontera con Francia, de 581 km2; el de Zurich; el de los Cuatro Cantones; el lago Mayor y el de Lugano, estos dos últimos en la frontera con Italia XE "Italia" .
Historia
A finales del Paleolítico empieza la vida humana en el actual territorio suizo, que fue habitado más tarde por helvecios, instalados en las regiones meridional, central y noroccidental; por recios, en el actual cantón de los Grisones; y por otras tribus célticas repartidas en el resto del territorio. En el s. I a C las legiones romanas de Julio César se apoderaron del país. Durante la irrupción de los bárbaros, entre los ss. V y VI, se establecieron los alamanes y los burgundios en la llanura central y en el NE, mientras que en el sector occidental siguió predominando la población romano-céltica. Dominado por los francos desde el s. XVIII, el país fue cristianizado. A partir de 1032 quedó integrado en el Sacro Imperio Romano Germánico, bajo el poder de los duques de Zähringen quienes favorecieron el desarrollo de las ciudades con el fin de contrarrestar a la nobleza. En 1218 Federico II recobró el feudo imperial y las ciudades pasaron a depender directamente de su Imperio. El nacimiento de la Confederación helvética se remonta al tratado de paz y cooperación que firmaron en 1291 los hombres del valle de Uri, la libre comunidad del valle de Schwyz y la asociación de los hombres del bajo Nidwalden, con el fin formar una Liga Perpetua capaz de defender sus respectivas libertades contra la amenaza de los Habsburgo. En 1315, en Morgarten, la Liga consiguió sobre Leopoldo de Habsburgo una completa victoria: la fortuna militar de los suizos se anunciaba al mismo tiempo que su porvenir histórico, y una década más tarde el emperador tuvo que confirmar las libertades de los tres cantones. Cinco nuevos cantones se agregaron en los años siguientes: Lucerna en 1332, Zurich en 1351, Glarus y Zug en 1352 al igual que Berna en 1353. Gracias a la victoria de Sempach en 1386 contra las poderosas huestes de Leopoldo III de Austria, y a la de Näfels en 1388, la confederación de los ocho cantones se separó definitivamente de Austria. Los suizos consolidaron su íntima unión con los llamados convenios, que prohibieron severamente toda lucha particular y favorecieron el avance del movimiento democrático, otorgando una amplia autonomía a los cantones. A lo largo del s. XV la fuerza militar les permitió arrebatar territorios a los países vecinos. La solidaridad de la Liga les facultó para concertar la paz perpetua de Constanza en 1474, la cual puso fin más tarde a las apetencias expansionistas de Carlos el Temerario, duque de Borgoña. En 1481 dos nuevas ciudades, Friburgo y Solothurn, fueron admitidas en la Liga, y se renovó por el Acuerdo de Stanz la promesa de mutua ayuda y asistencia, así como el compromiso de no intervenir en caso de insurrección de los súbditos. En 1501, después de que el emperador Maximiliano I reconociera la independencia de los cantones, se incorporaron a la Confederación Basilea, Schaffhausen y Appenzell. Los suizos participaron activamente en las guerras de Italia XE "Italia" , pero la memorable derrota de la batalla de Marignano, en 1515, desalentó a los confederados en cuanto a su intervención política y militar en los conflictos europeos y les obligó a firmar con Francisco I de Francia, al año siguiente, la «Paz perpetua» de Friburgo, que constituiría uno de los orígenes de la neutralidad suiza. En el s. XVI la Reforma, predicada primero en Zurich por Zwinglio y más tarde en Ginebra por Calvino, hizo inclinarse el país hacia el protestantismo, con excepción de cuatro cantones que permanecieron fieles a la religión católica, lo que desembocó en diversos choques armados. Mientras, en 1648, la paz de Westfalia que puso fin a la Guerra de los Treinta Años reconoció la independencia de los cantones suizos, en 1712 los acuerdos de Aarau trajeron a éstos la paz religiosa. A partir de entonces el país conoció una época de gran expansión económica, que consolidó la fama de la relojería suiza y permitió que algunas ciudades como Ginebra brillaran por su desarrollo cultural. A fines del s. XVIII, la fuerte influencia de la Revolución Francesa provocó un estallido revolucionario en Ginebra, que desembocó en 1798 en la proclamación de la República Helvética con capital en Lucerna. La nueva república fue anexionada a Francia por el Directorio y se le impuso una constitución unitaria. Convertida en satélite de los designios napoleónicos, Suiza cayó en la anarquía y ya en 1803 la reacción federalista obligó a Napoleón a retirar sus tropas y restablecer por el Acta de Mediación la antigua organización federal de los trece cantones. Éstos, sin embargo, quedaron sometidos al Imperio hasta 1914. El derrocamiento del imperio napoleónico y la reunión del Congreso de Viena al año siguiente significaron la restauración de la independencia y el reconocimiento de la neutralidad perpetua de Suiza, cuyo número de cantones pasó a sumar 22. En el s. XIX, el triunfo en Europa de las revoluciones burguesas dio fuerza a los liberales suizos para implantar constituciones de corte democrático en siete cantones y robustecer el poder federal. En diversas regiones surgieron disturbios entre los campesinos y ciudadanos a causa de estas reformas, y las luchas se enconaron con las disputas de carácter religioso. Para contrarrestar el avance liberal, los cantones tradicionales, con predominio católico y conservador, formaron la Liga de Sonderbund. Pero, ya en 1847, el ejército confederal, compuesto por unos 100 000 hombres al mando del general Dufour, obtuvo una amplia victoria sobre las tropas del Sonderbund y ocupó las tierras de los católicos. Al año siguiente, se adoptó una Constitución de corte liberal, que implantó una democracia semidirecta e hizo de Suiza un Estado puramente federal, estableciendo la capital en Berna. Desde entonces Suiza se consolidó como uno de los países más estables y pacíficos de Europa, apoyado en una economía sólida y en relaciones de franca cordialidad con los países extranjeros. En 1874 la Constitución fue modificada, al reformarse el régimen militar mediante la organización de un ejército, y al adoptarse los derechos de referéndum. El trazado de los túneles de San Gotardo y del Simplón, a finales del siglo pasado, favoreció el comercio y la condición suiza de centro de comunicaciones entre los países de la Europa septentrional y meridional. A pesar de las dificultades de aprovisionamiento y de las tensiones surgidas entre las comunidades de habla fracesa y alemana a raíz de la Primera Guerra Mundial, el país mantuvo estrictamente su neutralidad, hecho que lo convirtió en refugio de exiliados, de artistas y revolucionarios. Al adherirse en 1920 a la Sociedad de las Naciones, el país obtuvo un nuevo reconocimiento a su neutralidad y fue excluido de participar en la aplicación de sanciones militares. Sin embargo, las obligaciones derivadas de la pertenencia a la organización se hicieron muy pesadas para los suizos, que decidieron abandonarla en 1938 y recuperar su neutralidad absoluta. Fiel a esta decisión, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Suiza no intentó adherirse a las Naciones Unidas. Ha participado, en cambio, en las actividades de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y en muchas de las organizaciones especializadas de la ONU. El papel humanitario de la Confederación ha continuado vigente, especialmente a través del apoyo acordado al comité internacional de la Cruz Roja. Desde la década de 1960 su entrada en el Mercado Común ha sido motivo de numerosas polémicas. En junio de 1992 el país de los cantones solicitó su entrada en la Comunidad Europea, pero a finales de ese mismo año, en el referéndum para la integración en el Espacio Económico Europeo, los suizos se decantaron por mantener su tradicional aislamiento. En diciembre de 1994, los suizos se pronunciaron mayoritariamente a favor de una dura legislación contra el crimen y el tráfico de drogas, especialmente dirigida contra los inmigrantes ilegales. La policía obtuvo poderes especiales para expulsar a los inmigrantes sin documentación de residencia.
Economía
Pese a su carencia de recursos naturales y de materias primas, Suiza es un país altamente industrializado, orientado hacia productos de fuerte valor añadido que necesitan una mano de obra calificada. El sector agrícola, que emplea una pequeña parte de la población activa, alrededor del 5 %, cubre con su producción la mitad de las necesidades del país. Teniendo en cuenta las pequeñas dimensiones de las explotaciones y las difíciles características del suelo, sobre todo en las regiones montañosas, la agricultura suiza resulta cara. El Estado subvenciona el 40 % de los productos a fin de asegurar el aprovisionamiento del país en caso de crisis. Suiza se especializa en productos delicados (frutos y legumbres, vinos de calidad), y en la cría de ganado vacuno, que ha alcanzado gran fama. La cuarta parte del territorio está cubierta de bosques, amparados por una severa reglamentación de las explotaciones forestales, destinada a impedir que decrezca la zona arbolada del país. La caza y la pesca se hallan también bajo el estricto control de las autoridades. El territorio helvético carece de carbón o petróleo, y la única fuente de energía ha sido la hidroeléctrica, en parte reemplazada actualmente por las centrales térmicas, algunas de la cuales son nucleares. La industria, desarrollada desde mediados del siglo pasado, emplea más de un tercio de la población activa. Además de la pujanza de la pequeña empresa (el 70 % de los establecimientos cuentan con menos de 50 empleados), en el país se asientan grandes empresas de alcance multinacional. Concentrada principalmente en el N de la Confederación, la actividad industrial se especializa en productos de alta precisión, como máquinas herramientas, equipamientos eléctricos e instrumentos científicos. La industria química, que tiene en Basilea un centro de alcance internacional, destaca en la producción de colorantes y productos farmacéuticos. Además de la relojería, especialidad tradicional suiza que tiene su centro más importante en la ciudad de Ginebra, es importante la producción de cemento, azúcar refinado, chocolate, aluminio, tejidos de algodón y zapatos. En el sector terciario, que emplea casi el 60 % de la mano de obra activa, destaca el turismo, importante fuente de divisas desde hace más de un siglo. La actividad financiera, favorecida por una legislación liberal que ha contribuido a la captación de importantes masas de dinero extranjero, ha hecho de Suiza, y sobre todo de Zurich, una de las principales plazas bancarias de Europa y uno de los más importantes mercados mundiales de oro y divisas.
Sociedad
Suiza tiene una población de 7,5 millones de habitantes. La densidad de población es de 179 habitantes/km2. Un 21,8% del total es población inmigrante. En Suiza hay alrededor de 76.000 residentes españoles. En Suiza hay tres idiomas co-oficiales: el alemán (hablado por el 63,7% de la población), el francés (20,4%) y el italiano (6,5%). El romanche (0,5%), también lengua nacional, es un dialecto de origen latino, que se habla sobre todo en el cantón de los Grisones, en el este de Suiza. En el año 2004, el 9% de la población declaraba una lengua no nacional como primera lengua. Por lo que se refiere a la religión, el 41,82% de la población se declara católica, el 33,04% protestante, el 9,7% perteneciente a otras religiones y el 15,44% declara no pertenecer a ninguna religión. La población suiza es un verdadero cruce de razas y lenguas, donde confluyen tres potentes culturas europeas: la alemana, la francesa y la italiana. En este siglo el país ha asistido a una lenta progresión de la parte alemana que ha pasado del 72,7 % en 1910 al 75 % en 1990. La parte italiana también ha registrado un progreso, aunque de menor cuantía, pasando del 3,9 % al 4,3 % en el mismo período, en detrimento de la parte francófona, que ha retrocedido del 22,1 % al 19,8 %, y de la romanche, que ha involucionado del 1,2 % al 0,9 %. Aunque el romanche, lengua retorrománica hablada en algunos cantones orientales, está considerada como la cuarta lengua nacional, sólo el alemán, el francés y el italiano son idiomas oficiales. Existen además, numerosos dialectos, entre los que figuran doce franco-suizos y seis germano-suizos. El número de extranjeros, que representan más del 16,5 % del total y en sus dos terceras partes provienen de países europeos (principalmente Austria e Italia XE "Italia" ), no cesa de aumentar, al igual que las demandas de asilo; pero la nacionalidad suiza resulta muy difícil de obtener. Caracterizada por una alta densidad demográfica, la población tiende a concentrarse en el Mitteland, la parte más vital del país, donde viven el 75 % de los habitantes y se encuentran las principales ciudades. Entre las de mayor renombre destacan la capital, Berna, fundada en 1848; Zurich, gran centro financiero; y Basilea, primer puerto fluvial del país, a orillas del Rin. En la Suiza francófona, a orillas del lago Ginebra, merecen citarse Lausana y la ciudad de Ginebra, sede esta última de importantes organismos internacionales.
Los suizos son un pueblo amistoso y hospitalario, aunque a veces algo reservado. La vida en sus pueblos y ciudades es segura. Comparten un espíritu independiente, el respeto por la tradición, no menos de cuatro idiomas y docenas de dialectos. Los suizos no son realmente conocidos por sus fiestas. Pero las estaciones están marcadas por festivales tradicionales y celebraciones populares.
Política
Suiza es un estado federal, constituido en 1848 como resultado político de la aprobación de la nueva constitución federal. La débil alianza de cantones autónomos fue sustituida por un moderno estado federal compuesto en la actualidad por veintiséis cantones y semicantones soberanos, con un elevado grado de autonomía política y administrativa. La Constitución especifica el área de competencias de la Confederación, quien vela por la seguridad interior y exterior del país, avala las Constituciones cantonales y mantiene las correspondientes relaciones diplomáticas con estados extranjeros. También son de su competencia el régimen de aduanas, los servicios postales, el régimen monetario y la organización militar. Adopta las medidas necesarias para garantizar el desarrollo económico del país y del bienestar general. En muchos de los sectores la Confederación limita su intervención a la legislación y a la vigilancia, dejando las tareas ejecutivas en manos de los cantones. La forma de gobierno prevista por la Constitución es la democracia semidirecta. Los órganos de la Confederación son el pueblo, los Cantones, la Asamblea Federal, el Consejo Federal y el Tribunal Federal. Consagrado por la Constitución de 1848 como una república federal, Suiza consta de 22 cantones, tres de ellos divididos en dos semicantones. Cada uno posee sus propias leyes, un consejo de Estado y un gran consejo que detenta el poder legislativo. En algunos cantones de montaña se ejerce todavía la democracia directa. El gobierno central de la República consta de un Consejo de siete miembros que detentan el poder ejecutivo y son elegidos cada cuatro años por la Asamblea Federal; ésta tiene a su cargo el poder legislativo y está formada por dos cámaras: el Consejo Nacional, de 200 miembros, elegidos por sufragio directo, y un Consejo de los Estados, compuesto de 44 miembros, que representan a los cantones. Una de las peculiaridades de la política suiza es el sistema de referéndum, que se ha usado ampliamente sobre diversas materias.
Cultura
La cultura suiza es muy rica: Ciudades grandes como también medianas cuentan con sus propias orquestas y en el teatro y la opera se encuentra a artistas famosos. Los conocidos festivales de jazz de Montreux y Willisau, los festivales de música clásica de Lucerna, Gstaad, Sion y el festival de pelicula en Locarno son solamente algunos de los festivales que cuentan con una consideración internacional. Más de 700 museos - desde la colección de arte de alto valor y exposiciones especiales sobre los museos técnicos hasta el pequeño museo de la patria - enriquecen el paisaje cultural. Los importantes testigos del pasado están también en iglesias, monasterios y bibliotecas. La producción literaria en las lenguas habladas en los límites de los cantones suizos posee un carácter peculiar, fruto de la influencia de las culturas germánica y latina, así como de la tensión permanente entre universalidad y localismo. La literatura en lengua alemana, cuyos orígenes en Suiza se remontan a la lírica caballeresca del s. XII, gozó durante la Reforma de una época de esplendor, propiciada por los escritores del humanismo, como Zwinglio (1484-1531) y H. Bullinger (1504-75). La producción en lengua francesa se inició con el movimiento calvinista, que convirtió a Ginebra en el centro de irradiación del protestantismo, y tras un período de decadencia, el renacimiento vivido en el s. XVIII encontró su figura capital en el suizo-francés J.-J. Rousseau (1712-78), gran precursor del romanticismo y filósofo de resonancia universal. Posteriormente, los nombres de los autores franceses Madame de Stäel y de B. Constant se vinculan íntimamente a la literatura suiza. En el s. XIX el país helvético dio grandes autores en lengua alemana. Tal es el caso de los poetas G. Keller (1819-90), autor de una de las obras clásicas de la literatura Enrique el verde, y C. Meyer (1825-98), autor de La tentación de Pescara. También deben citarse otros poetas destacados de la época, F. Dranmor (1823-88), H. Leuthold (1827-79), junto al tratadista J. Burckhart (1818-97) autor de Cultura del renacimiento en Italia XE "Italia" . A comienzos del s. XX se produce un renacimiento literario en el ámbito de la lengua francesa, que encuentra su principal representante en el novelista y poeta C. F. Ramuz (1878-1947), quien alcanzó la fama con una obra de tono antibélico y escribió para Stravinski el guión de La historia del soldado. En este período los grandes autores suizos en idioma alemán se volcaron al naturalismo, que tuvo en el poeta, novelista y ensayista C. Spitteler (1845-1924) su más destacada figura, galardonado con el premio Nobel de Literatura en 1915. Posteriormente, la obra de Max Frisch (1911), uno de los narradores más atrayentes en lengua alemana, ejerció una influencia que resultó decisiva en el panorama literario suizo y se impuso también en el medio teatral. La pintura y la escultura suizas, profundamente influidas por Francia, Alemania e Italia XE "Italia" , no encontraron una definición nacional y se vieron limitadas en su desarrollo tanto por el rigor del protestantismo como por la emigración de muchos artistas. Si bien a comienzos del s. XIX hubo una pequeña escuela pictórica ginebrina, la Confederación no saltó a la palestra universal hasta el presente siglo, cuando surgió el nombre del pintor surrealista P. Klee (1879-1940), quien mantuvo siempre relaciones muy estrechas con Suiza aunque se consideraba un artista alemán. Por su parte, el ginebrino Alberto Giacometti (1901-66), renovó la escultura convencional con sus piezas exóticas y crueles, cercanas al surrealismo. En arquitectura, Suiza ha dado monumentos fundamentales de la época gótica como la catedral de Lausana, así como brillantes obras neoclásicas, pero indudablemente el aporte más importante corresponde al presente siglo, con la obra del suizo-francés Le Corbusier (1887-1965), considerado el padre indiscutible del urbanismo y de la arquitectura moderna. El arte musical suizo posee una vieja tradición entroncada con el cultivo de la música sacra medieval en los monasterios de Sankt Gallen, Einsiedeln, Zurich y Muri. Si bien la Reforma ocasionó un notorio retroceso también en las actividades musicales, la producción no cesó, a la par que fue adquiriendo un tono marcadamente alemán. Con posterioridad, las obras del compositor A. Honneger (1892-1955) han sido decisivas en la revolución musical operada en el s. XX. El teatro suizo ha aportado dos nombres clave a la dramaturgia universal en el presente siglo a través de las obras paródicas, farsescas y algunas veces moralizantes de M. Frisch y F. Dürrenmatt (1921-90). El primero de ellos ha planteado en piezas como Andorra y Biedermann los problemas de la identidad del yo y de la responsabilidad del hombre moderno. Dürrenmatt, por su parte, ha renovado la dramaturgia con obras cercanas al esperpento, como La visita de la anciana dama, Rómulo Magno, Griego busca griega o El desperfecto.
Fiestas
Tanto las fiestas como así también las distintas usanzas constituyen la cultura de un país. Suiza con sus diferentes culturas tiene en esto una amplia riqueza: Silvesterkläuse con ornamentos en la cabeza en Urnäsch (Appenzell); carnaval en Basilea, Lucerna o Solothurn; Chalanda Marz, la expulcion del invierno en el Engadin de habla retorromano; Sechseläuten, la fiesta de primavera en Zurich; combates de vacas en el Wallis; Braderie fiestas típicas de folclore en la Suiza francesa. El primero de Agosto, día nacional de los suizos; el festival de Tell en Interlaken y Altorf; las fiestas de noche del lago con fuegos artificiales en Zurich, Lucerna y Ginebra; la fiesta de Unspunnen, el original empuje suizo de piedras; las fiestas de volteo y Aelpler-Chilbi con tradiciones folclorísticas como los movimientos cordinados de la bandera; Hornussen, un tipo de deporte original; las salidas festejadas en los Alpes a lo largo de toda la región alpina. Mercados de otoño: Fiestas de viticultores en Neuenburg, Morges, Lugano; la histórica Escalade en Ginebra; el mercado de la cebolla en Berna, la fiesta de Klausjagen en Küssnacht.
Gastronomía
La gastronomía suiza es muy variada, como lo es el país de los Alpes. Combina al igual que lo hacen sus cantones, tendencias alemanas, francesas e italianas.
Las carnes y los quesos Dos productos básicos que nunca faltan en las cartas suizas, con independencia del punto cardinal donde se encuentren son las carnes de calidad y el queso. Siempre que se puede estos dos ingredientes participan en cualquier plato típico.
De la cocina francesa se ha adoptado uno de los platos tradicionales de la zona alpina gala. El bernet platte, que se elabora con diversos tipos de carne cocida, salchichas, patatas y col. También la fondue, la especialidad saboyana, ha traspasado fronteras. La traducción al castellano es "derretida" y así sucede con los pequeños trozos de queso -gruyère y vacherin- y con el aceite que se calienta en una olla colocada en el centro de la mesa, para que cada uno de los comensales ayudado de un pincho se sirva o bien un trozo de charcutería untado en el queso fundido, o un trozo de carne frito que liga con salsas.
Otra receta muy típica es la raclette, que toma el nombre del aparato, una resistencia al rojo vivo, en el que está pinchado un gran trozo de queso que se va fundiendo, y con el que el comensal unta las patatas hervidas. O el rosti que sencillamente son patatas hervidas ralladas y acompañadas de carne.
Desde Alemania llega el gusto por las salchichas. Se conocen con el nombre de wurt y se pueden consumir frescas, cocidas o ahumadas. Están elaboradas con carne de vaca, seca y curada.
La herencia italiana se materializa en forma culinaria a través del knöflio, unas bolitas que se elaboran con harina y sémola de trigo.
Para los más golosos En Suiza el chocolate tiene nombre propio. Ocupa un espacio importante en la dieta diaria pues su aporte calórico ayuda a enfrentarse a temperaturas invernales prolongadas. Pero no es sólo un alimento energético. La leche de las vacas que pastan a la sombra de picos que superan los 2.000 metros es especialmente buena para mezclarla con cacao. Por eso, si Bélgica XE "Bélgica" es sinónimo de chocolate negro; Suiza lo es del de leche. En bombones o como ingrediente de la alta cocina.
Bebidas nacionales Aunque su orografía lo disimule, Suiza es tierra de vinos. Caldos blancos rivalizan en calidad a los italianos y a los Borgoña. También tiene una escuela de cerveza amarga muy afamada, pero es la afrutado la más famosa, por su originalidad y su sabor a prados silvestres. "Sabe a Suiza", exclaman quienes la prueban.
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